El show comienza cínicamente a tiempo. A las  22.30 hs. los viernes se apagaran las luces en The Cavern para indicar el ingreso de Guillermo Selci al escenario.

 

Selci acostumbra a presentarse en el exterior, en varios programas de televisión argentina, en teatros reconocidos de Capital Federal, en festivales y además realizó trabajos de guiones y formó parte de equipos creativos de productoras propagandísticas.

 

Los espectáculos en los que participó son numerosos, en este caso  se encuentra presentando un unipersonal llamado “Selci Mother Fucker”, nombre por el cual parecería que se escucharán más insultos de los que realmente se oyen. Lo que sí trata en el show son temas tabú como: situaciones políticas, discriminación, catástrofes naturales, el aborto, la pedofilia, la inseguridad, la masturbación y el sexo.

 

Al entrar al escenario, comienza a interactuar con el público de manera imponente, seguro de sí, pero verbalmente tímida y entorpecida. En el escenario Guillermo Selci es un hombre despeinado rondando los 40 años (que luego confiesa tener) vestido con una remera casual, “de todos los días”, y un pantalón con las mismas características. La ausencia de prolijidad se mimetiza con la manera entorpecida de hablar, con pausas, muletillas y tartamudeos. De esta forma se destaca de muchos comediantes que actúan con guiones exactos y lineales.

 

La interacción con el público se genera de manera constante sin ser excesivo. Selci va y viene de temas que son según el morbosos, declara presentar humor negro, el cual se queda en un gris oscuro para no incomodar al público. Constantemente pregunta a los espectadores por dónde seguir con su monólogo. El público no contesta a excepción de que se presente algún tema complicado para alguno de los oyentes.

 

La desprolijidad y los tartamudeos, que en un principio confunden sobre su profesionalismo, finalizan con la desinhibición del público para sincerarse con un “tipo de todos los días” que satiriza temas serios y tabú.

 

Los juegos de palabras están escondidos en el recorrido de su discurso, la mayoría de los chistes son concretos, tal como los de humor negro deben ser. La espontaneidad lo caracteriza a la par de sus muletillas: “me perdí en lo que estaba diciendo” y la inquisición al público de “¿Con qué seguimos?”.

 

Selci protagoniza la mayoría de los chistes, algunos resultan fuertes, otros generan asco, otros solamente silencio o una sonrisa mientras que finalmente llega la carcajada con el público desinhibido. No tiene miedo de ridiculizarse sexualmente, temática que predomina la obra. Al realizar referencias sobre su propia obra consulta con los operadores del espacio cuanto tiempo le queda, sin preocupaciones ni mayores distracciones ya que toda la obra es una distracción de un tema a otro con ritmo ciclotímico.

 

De la misma manera que comenzó el espectáculo, de forma sorpresiva, termina con un remate concreto que no pretende destacarse por sobre el resto. Selci mantiene una estructura-desestructurada durante todo el espectáculo, puede ser una forma de relajar al público para hablar de esos temas complicados (como el llama) su personalidad o un personaje. Ninguna de las tres opciones es significativa ya que logra su cometido, la desmitificación de los temas satirizados y el divertimento de un público variado.

 

Florencia Natalia Carrasco