
Un espectro del 007
Spectre. Dirección: Sam Mendes. Con: Daniel Craig, Christoph Waltz, Léa Seydoux, Ben Wishaw, Naomi Harris, Dave Batista y Monica Bellucci. Diciembre de 2015.
Escenas en las que el personaje principal recorre las cornisas de los edificios en medio de un festival para cometer un asesinato no pueden ser superadas luego de El Padrino II (1974) gracias a la actuación de Robert de Niro (escena que le valió, entre otras, el Oscar de la Academia).
Luego de esta decepción que se debe a la simpleza de sus pasos, ligereza de la escena y ausencia de dramatismo (muy diferente a la actuación del joven Corleone), al film en cuestión lo único que le queda es decaer.
El agente 007 (Daniel Craig), al cual todas las mujeres desean, se prostituye en esta película para conseguir información, hecho que sorprende ya que en los films anteriores el juego de roles hombre mujer era el contrario. Luego, como en toda película de género Hollywoodense, el personaje de Bond se enamora de la Dra. Madelaine Swann interpretada por Léa Seydoux.
No es de sorprender que el súperagente con licencia para matar comience la película enredado en problemas con su jefe, mantiene su actitud rebelde y consigue los aliados más útiles: un dócil nerd informático y programador, su asistente y finalmente su amada (la que, como siempre, coincide con ser la que deberá ser salvada de un peligro mortal).
Las persecuciones se desarrollan en coches, aviones, helicópteros y a pie. Las bombas, los escenarios despojados y destruidos se contraponen a las impunes asociaciones maliciosas. El caos y la prolijidad son representadas sin sorpresas ni mayores destrezas que en cualquier otra película de acción.
La banda de sonido, compuesta por Thomas Newman, remite a la más famosa melodía de los 007 solamente en dos ocasiones, al principio y al final en el cual lo patético siempre puede ir un poco más allá y sorprendernos aun más respecto de los ciento cuarenta y ocho minutos que resultan eternos.
Las actuaciones no son determinantes, ni para el psicópata malvado, ni para James Bond que pierde sin ninguna magia la frase: “un Martini agitado, no mezclado” por una nueva supuestamente cómica, como otros momentos en el film, que no reflejan su cometido. El único que se salva de este gran hechizo es el pequeño papel de Mr. White caracterizado por Jesper Christensen, un ex aliado de Spector, atrapado por él.
Es probable que la magia de James Bond no sea eterna y este sea su final o por lo menos sea un mal Martini. Aun así su recaudación ronda en los ochocientos treinta y seis mil dólares por lo que sería probable que aun lo mencionado anteriormente alcanzara al espectador para ver la película, o que su legado superase las decadentes características del film o que es erróneo adjetivar como buena o mala a una película solamente por su recaudación.
Florencia Natalia Carrasco