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Metamorfósis

Trópico del Plata, de Rubén Sabadini. Dirigida por Rubén Sabadini. Con Launa Nevole. En el teatro La Carpintería. Jean Jaures 858. Funciones: sábados 22.30 hs. Entrada: $ 120 y 80.

Al entrar a la sala el público se encuentra con las piernas de una mujer en primer plano, dispersas en el suelo junto a una cajonera en un islote que simula un piso de madera. Ese espacio pequeño en donde transcurre casi toda la obra se despega del piso unos quince centímetros generando una sensación de vacío y abierto encierro. Una vez acomodado el público y dadas las instrucciones de apagar los celulares, se bajan las luces y esas piernas en primer plano se unen con el resto del cuerpo de la actriz por medio de un juego de luces. La mujer comienza a moverse y pararse con dificultad, sus negros tacos altos no la ayudan, su resaca tampoco. La actriz Laura Nevole se presenta como Aimé, una mujer enamorada de Guzmán, condenada por su propio amor a satisfacerlo en todos los sentidos que él desee.

 

El rasgo principal de la obra es la capacidad de la actriz de desdoblarse en dos personajes, la vulgar e ignorante Aimé y el culto y controlador Guzmán. Con una simple coreografía, Nevole transforma hábilmente su tono, acento y gesto facial rápidamente. Aimé es de clase baja, resbala las “r”, omite “s”, y tiene acento campesino, su porte corporal es descuidado, su vestido de minifalda ayuda a enfatizarlo y su peluca despeinada aporta cierto rasgo patético con ese color dorado falso y las puntas de los bucles que desordenadamente le rodean las mejillas.

 

Guzmán  habla sin errores, con voz y fuerza de locutor, le dice a Aimé palabras de amor impuestas, frases armadas que ella no entiende. Cuando él se apodera de la actriz su postura corporal cambia de lo torpemente femenino de Aimé a un porte de clisés machistas, con las piernas abiertas, torso enorme de poder y orgullo.

 

Aimé es el entretenimiento en los “bailes de los enmascarados” de Guzmán; ella cree, a pesar de ser infeliz, que así hace feliz a su amado. La obra trata el tema de la violencia de género y la diferencia entre clases sociales, ella de origen humilde y él queriendo cambiarla para que esté acorde a las fiestas, mientras que la maltrata y abusa de ella. Aimé, sincerada con el público, deja conocer sus más honestos sentimientos, su amor, su deseo de ganarse el corazón de Guzmán, su ignorancia cultural, su sumisión y su carencia de escapatoria. Guzmán siempre presente a través del cuerpo de Nevole es prepotente y se excita con lo que Aimé le cuenta que hizo la noche anterior con otro hombre, le pide que le cuente como si eso le diera cada vez más poder, le inflara todavía más el pecho. Le pregunta si ella disfruta de todos esos hombres, pregunta concreta que nunca obtiene respuesta.

 

La violencia de género se encuentra explicita en los relatos de Aimé y disfrazada en metáforas varias a lo largo de la obra; un lápiz labial, un meneo, un peinado pueden querer decir muchas cosas. Una de las escenas finales de la obra muestra una pequeña revelación, una que podría no tener ninguna implicancia en cualquier otro momento pero lo tiene allí y en ese momento, en especial por todo lo relatado anteriormente. La revelación vuelve a remarcar cierto patetismo, despojo de personalidad, intento de transformación y vuelta al origen.

 

La iluminación a lo largo de toda la pieza tiene leves variaciones, al igual que el movimiento de la actriz va aumentando, se va intensificando con el correr de los 60 minutos. La puesta del islote plantea un adecuado precipicio, el resto del espacio negro, el universo desconocido fuera del micro mundo de Aimé. La actriz merece una ovación por la metamorfosis lograda en la obra, por su unipersonal lleno de entrega, lenguaje corporal y verbal, ritmo y emoción.

 

Florencia Natalia Carrasco

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